El blog de Luis Frías

octubre 12, 2009

Yuri Herrera

Además de ser el director de la revista literaria El perro, es autor de la transparente -por honesta y felizmente lograda- novela Los trabajos del reino, y ahora, de Señales que precederán al fin del mundo, que aún no he leído. Hace unos días escribía en este espacio que en el periódico El País sólo son monedas corrientes los hidalguenses Yuri y su hermano Rafael Herrera. La siguiente crítica de la nueva novela de Yuri Herrera es la confirmación:

La fábula y su belleza,
por María José Obiol.

Mictlán está en el nivel inferior del espacio humano. Es el inframundo y en él habitan los señores de la muerte. La mitología precolombina lo sitúa hacia el norte y para llegar hasta allí hay que recorrer un camino muy difícil que debe hacerse en nueve etapas. Son los nueve pasos de los mitos. El primero es la Tierra, y el último, Mictlán o el sitio sin orificio para el humo, y ése es el recorrido que deberá hacer Makina, la protagonista de Señales que precederán al fin del mundo, la segunda novela de Yuri Herrera (Actopan, México, 1970). Cuando este autor publicó Trabajos del reino, sorprendió por la fuerza que emanaba del texto. En sus páginas se narraba una historia de narcotráfico y convertía al protagonista en un cantante de corridos. Esta vez, en Señales que precederán al fin del mundo, un texto especialmente hermoso, la protagonista es una muchacha que deberá ir hacia el norte en busca de su hermano y sortear, como en la mitología, nueve etapas. Nueve capítulos en la novela que tomarán el nombre de cada uno de los pasos de la leyenda precolombina. Y todo para que lo ancestral enlace con la irreductible realidad. Comenzará el camino y estarán lugares y ciudades que no se nombran, una frontera que no se señala y un río que se cruza del que no sabemos dónde nace. Un río. En los mitos, el pasadero del agua se ha de atravesar acompañado de un perro. En la novela es Chucho el nombre del hombre que se encargará de ayudarla a cruzar a la otra orilla. Y están los duros del camino, los jefes de clanes y los paquetes que se entregan para que se lleven hacia el norte y cuyo contenido no se pregunta, porque "una no hurga en las enaguas de las demás". Tráfico de personas y sustancias y esa textura de lenguaje fronterizo que asombra a esta lectora por la precisa y persuasiva belleza de las palabras, de las nuevas palabras que se crean o se transforman para contar sobre lo inexorable. El texto es una línea recta cosida a dentelladas por voces, encontronazos y algún que otro balazo. Un registro lingüístico especial que te agarra de manera mágica y del que deseas aprender. Soberana facilidad para decir dónde vas sin nombrar nombre. Ese ¿vas a cruzar? y ser más tarde camisa mojada. Estar en una tierra entre tierras donde los habitantes son al mismo tiempo paisanos y gabachos "con gestos y gustos que revelan una memoria antiquísima y asombros de gente nueva", con ese idioma que nace sumando atributos de uno y otro lado. "Si uno dice 'Dame fuego' cuando ellos dicen 'Dame una luz' ¿qué no se aprende sobre el fuego, la luz y sobre el acto de dar?". Registro lingüístico que barrunta sones ásperos y líricos y con el que Makina enamora a quien se acerca a Señales que precederán al fin del mundo. Ella es heroína de leyenda al atravesar etapas, al batallar con las sombras espectrales del presente con esa ansia de llegar hasta su hermano que tal vez se encuentre en ese lugar donde no hay ventanas ni orificios para el humo. El inframundo de la fábula. Otro acierto de Yuri Herrera.-

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que no es Rafael sino que es Arturo

Qué le vamos a hacer

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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