Me encanta recibir correos de gente encantadora.
Con este asunto: "Sigo en el Museo de Antropología", me llegó el correo de una investigadora excepcional del INAH -donde yo mismo trabajo ahora. Ella se ha unido, fundada en sus principios -me enorgullece dar fe de eso-, a los investigadores que exigen frenar las obras que se pretenden realizar (como hace pocos años en Teotihuacan) en la hermosa zona arqueológica de Tzintzuntzan.
Con este asunto: "Sigo en el Museo de Antropología", me llegó el correo de una investigadora excepcional del INAH -donde yo mismo trabajo ahora. Ella se ha unido, fundada en sus principios -me enorgullece dar fe de eso-, a los investigadores que exigen frenar las obras que se pretenden realizar (como hace pocos años en Teotihuacan) en la hermosa zona arqueológica de Tzintzuntzan.
La cosa es que creo que muchos la están jodiendo por formar parte de ese grupo de investigadores, donde sin duda hay muchos, dijéramos, rojillos y Che Guevaras de auditorio -Guillermo Sheridan dixit. Y creo que para dar una amable explicación a quienes ni siquiera nos la merecemos, ella envió este correo, que no es sino una carta firmada por la Dra. Denise Hellion.
Sostengo lo que una vez, cuando íbamos en el carro, le dije: cada vez resulta más difícil encontrar a personas congruentes, como la que me envió el correo.
"Sigo en el Museo de Antropología".
"Hola a todos.
"Como
tal vez algunos de ustedes sepan, desde el 24 de julio los
investigadores del INAH fuimos orillados a lo que Carlos San Juan llamó
“la toma de la taquilla”. Desde ese día nos hemos mantenido en el Museo
Nacional de Antropología con las taquillas cerradas, el acceso gratuito,
actividades académicas, visitas guiadas y mesas de información. En
estos años hemos visto el deterioro de nuestra Institución; si bien se
han realizado denuncias y se han propuesto mesas de diálogo, la
respuesta de los funcionarios siguió con imperturbable impunidad y
cinismo.
"¿Recuerdan
la movilización por detener el deterioro de Teotihuacán? Yo sí. La
afectación se realizó y quedan todavía las perforaciones en las
estructuras, pero al menos se logró detener la obra impulsada por el
entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Bastaron
unos días de movilización para rescatar este bien patrimonial. A pesar
de la disminución de la materia de historia en los programas de
educación primaria y secundaria, la
pirámide del Sol es una imagen viva: el pasado prehispánico es símbolo
de identidad.
"Ahora
la afectación no es en Teotihuacán. Es más difícil ubicar en un mapa a
Temacapulín, Tzintzuntzan, Teposcolula, Coixtlahuaca. No todos pueden
identificar una imagen del acueducto del padre Tembleque, la fachada del
convento de la Merced, los edificios de Parras
de la Fuente, el centro de Huamantla, el barrio de Santiago en Mérida.
Todavía menos frecuente es contar con información de Wirikuta. La
destrucción se multiplica, los arquitectos, arqueólogos, historiadores
que atienden las denuncias en las delegaciones estatales del inah son
insuficientes. Los
funcionarios autorizan construcciones, obras, modifican contenidos en
museos, entregan piezas arqueológicas e históricas sin mediar
intervención y valoración de investigadores; es el criterio de
funcionarios y la firma de convenios la que prevalece. La política
cultural se desvanece y su vínculo educativo se oculta en el esquema de
la burocracia administrativa. En los últimos
meses se aceleran las decisiones que ocasionan la pérdida del
patrimonio. Accionan con premura, torpeza y en la impunidad.
"Todos
los días escuchamos, vivimos y sufrimos el empobrecimiento, la
inseguridad, la falta de perspectivas, el desacuerdo político, es una
época de desazón. De entre los males que enfrentados hemos relegado la
educación y la cultura. El patrimonio arqueológico e histórico parecen
asunto menor, nota breve relegada en los medios cuando es problemática y
magnificada cuando se trata de “cortar el listón inaugural”. Contamos
con pocos suplementos culturales que ofrezcan reflexión; cada día las
secciones culturales pierden espacio para convertirse en reflejos de los
espectáculos.
"Escribo
este mensaje pues comparto con ustedes inquietudes, intereses,
preocupaciones, perspectivas y ahora creo que es necesario hacerles
saber que vivo con indignación lo que ocurre en el inah.
No voy a cansarles con lo que llamamos ya “memorial de agravios”, menos
con las quejas y anécdotas menores. Lo cierto es que
dos gotas fueran las que derramaron el agua de este colectivo de
académicos. La construcción de un museo sobre una plataforma
prehispánica y la transformación de los fuertes de Loreto y Guadalupe.
Para quienes deseen contar con más información, puedo enviarles
documentación. En la página de internet del sindicato también pueden
encontrarla.
"Tal
vez lo más urgente es responder ante la insistencia en "inaugurar"
obras, museos, exposiciones en el cierre del sexenio. No les importa el
deterioro del patrimonio, la pérdida de información para el análisis
arqueológico e histórico, el violentar los significados históricos y
cívicos de los monumentos históricos. Mucho menos la seriedad de la
información que se divulga y el menosprecio
cínico a los especialistas.
"La
torpeza de sus reacciones responde a la incapacidad para comprender
nuestra indignación. No pedimos aumento salarial, ni prestaciones, ni
mejoras en las condiciones de trabajo. Pedimos algo más elemental y por
ello irrenunciable, un principio básico que une: respeto a la ley que
protege el patrimonio histórico y cultural de todos los mexicanos.
"¿Es
tan difícil comprenderlo? ¿Es tan peligroso que reaccionan con un hurto
torpe en el Museo Nacional de Antropología? No estamos en un diálogo
entre pares, nada
compartimos con funcionarios de paso, autoritarios y presurosos en
mantener sus intereses. Tampoco podemos esperar a que el cambio de
sexenio se realice. Tenemos que defender aquello a lo que estamos
obligados. En tres semanas el ánimo ha tenido sus altibajos, pero la
respuesta de los visitantes obliga. Obliga la curiosidad de los niños,
el ímpetu de jóvenes, el enojo de los adultos, la solidaridad de los
extranjeros.
"Al
ver las fotografías de Tzintzuntzan y escuchar la explicación del
deterioro, una niña me hizo una pregunta: ¿por qué hacen eso? No quiero
contestar nunca con un “porque los dejamos”. En la medida de sus
posibilidades no los dejemos. Los invito a hablar, escribir, firmar,
mensajear, pintar, cantar, comunicar. Somos
académicos del INAH, pero el patrimonio es de todos."
1 comentario:
muy buen comentario! gracias!
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