Nunca hay que confiar en los políticos. ¡Y menos cuando hablan de materia cultural! Sostengo que Ricardo Garibay es el segundo mejor escritor que ha dado el estado, sólo atrás de Efrén Rebolledo. Vale hablar de política y literatura porque los políticos del estado inauguraron un armatoste de biblioteca cuyo nombre homenajea al escritor de Tulancingo, y que costó 59 millones de pesos públicos.
Anunciada desde hace meses, la nueva biblioteca central por fin abrió sus puertas el viernes con 60 mil volúmenes. Según leí, la inauguración la atestiguaron la directora de Cultura estatal, Lourdes Parga, el gobernador, Miguel Osorio, y la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota. Incluso, ésta prometió donar 3 mil libros del FCE y 10 mil digitales del Programa Enciclomedia, para niños. Qué bonito, ¿no?
Nada más que Vázquez Mota olvidó decir para cuándo estarán listos los volúmenes. Al otro día de inaugurado el armatoste, fui a ver qué ocurría de verdad. Y es que no es fácil creer que el gobierno invierta tanto dinero en cultura sin esperar nada a cambio. Me cuesta admitir que les cayó el veinte de que hacer estas inversiones tiene tanto sentido como una carretera o un hospital, si bien no es tan visible ni útil para fines electoreros. Pues bien, me tomé la tarde para ir a buscar algún libro de Sor Juana, necesario para un ensayo que estoy preparando.
La más escandalosa sorpresa me la llevé al advertir que la sección destinada a Literatura no está de inmediato, en el primer piso a mano derecha. Antes al contrario, la relegaron a la segunda planta. No es que me dé flojera subir las escaleras y ponerme a buscar el ejemplar que me interesa. ¿Pero a los demás visitantes?, ¿no les dará pereza? ¿Acaso no habría sido deseable que Literatura —poesía, novelas, cuentos, obras de teatro, etcétera— le cerrara el paso a esa variedad de paseante que no acude a la biblioteca si no es porque no le queda ninguna otra escapatoria? Quizá hasta tomarían un libro para ojearlo. Quizá. Pero dejarla en el segundo nivel es tanto como tocarle las golondrinas por adelantado. Porque si el que llega, lo hace sólo arrastrado por una obligación insoslayable, ¡y el libro que desea lo encuentra al alcance de la mano del primer piso!, está garantizado que ni por error asomará las narices a la segunda planta. ¡Y menos después de haber recorrido el trecho que media entre el acceso al parque y la biblioteca! Por si fuera poco, hube de beber mi café aprisa antes de entrar: al interior están prohibidas las bebidas.
El concepto ‘elitismo’ puede esconderse bajo un sinfín de identidades. El Parque David Ben Gurión es una de ellas. Alejado del centro de Pachuca, sólo se llega cómodamente si uno posee automóvil. De lo contrario, en estos días de lluvia pasa un coche a toda velocidad y te baña de aguas mugrosas. ¿Por qué pasaron la biblioteca del Río de las Avenidas a este complejo cultural que de cultural no tiene nada, salvo el mosaico de Byron Gálvez? Habría bastado con echar un piso más al viejo edificio y listo.
También pasó inadvertida la clasificación de los libros. Más les importó superar en calidad y lujo los baños de un Sanborn’s, que modernizar el sistema para clasificar los 60 mil tomos. En la computadora busco Sor Juana y se despliega una lista. Elijo las Obras completas de sor Juana. Villancicos y letras sacras clasificación 861 J83 027 1953125. Y no está. Lo mismo me pasa con otra poeta mexicana, Concha Urquiza. El corazón preso. Toda la poesía reunida, clasificación 861 M U76 C67, tampoco está. De qué se trata, me pregunto enfadado. ¿Es broma?
Antes de sentarme a escribir esto, ojeo la noticia de inauguración. “Un total de 110 computadoras, seis equipos en braille, impresoras regulares y braille, pizarrones electrónicos, monitores con DVD, televisiones, pantallas para proyección de material audiovisual, sillones de música y equipo de audio.” “Además, material especializado en la alfabetización de invidentes, débiles visuales silentes y niños recién nacidos. Este material, así como la base electrónica para el servicio de Internet inalámbrico, se encuentra sobre 4 mil 560 metros cuadrados de construcción.” A quién pretenden impresionar.
Honestamente, no me interesa concluir dando malos augurios a la nueva biblioteca. Mas no juzgo descabellado afirmar que la lejanía del inmueble, lo elitista de su ubicación, lo inaccesible a su red de clasificación, su horario que cierra los domingos a las tempranas 2 de la tarde, la prohibición de entrar tomando café (o agua, siquiera) antes que llamar la atención, invitan a no acudir hasta ella.
Por favor, que la biblioteca no tome la dinámica del Parque Ben Gurión, cuya única finalidad a juzgar por lo visto desde su creación, no es sino el lucimiento político. Que tengan bastantes volúmenes de Ricardo Garibay, no sólo su nombre en una plaquita de metal. Y por favor ¡que traigan a Sor Juana!
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