El blog de Luis Frías

julio 22, 2007

Narcosuplemento

¡Vaya que no he tenido tiempo ni ánimo de hacer comentarios en este espacio! Pero hoy me he despertado con ganas de asesinar a alguien. No consigo elegir a mi víctima.

Voy a comenzar por el maldito tedio dominical que semana con semana aguarda su día y nos abraza como una maldición consabida, y, sin embargo, tan indeseada como inevitable. Aire soporífero de las dos de la tarde: inmejorable descripción en Cien años de soledad para designar a un domingo.

No es tonto ir más lejos. El calor soporífero de los domingos es la comparación exacta de la tibieza que abraza la existencia diaria de los narcos. Tener las cosas resueltas a base de dinero fácil es una cosa tan idiota como un caliente día de la semana en que los problemas hacen una pausa. ¿Qué carajos hará soñar a los narcos -además de estar drogados? A uno le importa llegar vivo al fin del mes, tener con qué pagarle al banco, ver a la novia y darle besitos, soñar con trepar al Himalaya algún día, ver tocar a los Rolling Stones en su próxima presentación... ¿Pero a los narcos? Si no tienen de qué preocuparse estirando la quincena, si tienen novias buenísimas a montones, si pueden comprar (literalmente) un pedazo del Himalaya y construir una cabaña a la que llegarán en sus helicópteros, si pueden pagar la primera fila de asientos en el directo de los Rolling, ¿a qué carajos pueden aspirar sino a apechugar más y más dinero en un círculo vicioso que llega a extremos de enfermedad? Pero una cosa es cierta: tienen la vida contada.

Una exploración, que se agradece, en torno al narco es el tema central del actual número del suplemento cultural Confabulario que aparece en el diario El Universal, de México. Los textos de David Aponte, Alejandro Suverza, Juan Veledíaz y Héctor de Mauleón son, siendo unos mejores que otros, edificantes. Dan explicaciones llanas y mundanas, precisas y macizas, a algunas cosas que debieron pasar por la mente de los barones mexicanos de la droga cuando decidieron "entrarle al negocio". También son textos que humanizan a esos chabacanos personajes de trocas y botas de caimán y mansiones en islas exóticas y camisas de seda estampada con la Guadalupana y pistola al cinto y aviones y aterrizajes forzosos y despilfarro.

Ahora bien, ¿no será estos lujos su castigo?, pues al fin y al cabo constitiyen el nudo de los domingos de asfixiante sopor como a los que me he propuesto matar en esta ocasión.

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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