El blog de Luis Frías

julio 23, 2007

Frida y Gabo

Dos furores comerciales han alcanzado a nuestro estado.

Uno es la moda de celebrar al narrador colombiano más famoso del planeta. Hablo del homenaje internacional que ha tenido ocasión por los ochenta años de edad de Gabriel García Márquez y por los primeros cuarenta de haber visto la luz su obra magna, Cien años de soledad. Al diseñar el Cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española, la Academia Colombiana se propuso distinguir a Gabo. ¡Y de qué manera! El Congreso (que tiene lugar cada cien años) optó por celebrar a un único escritor, reeditando con un tiro millonario su libro central. El caso es que Hidalgo no ha escapado a esta moda, por otro lado harto justificada si pensamos en que es García Márquez el escritor más leído de todos los integrantes del boom hispanoamericano. Ni Carlos Fuentes, autor de Terra nostra; ni Julio Cortázar, de Rayuela; ni Mario Vargas Llosa, de Conversación en La Catedral, han sido tan leídos. En Pachuca, la banda rockera A Letter For y el espectáculo de pasacalles itinerante Recuerdos de Márquez se han sumado a esta moda publicitaria, por otra parte tan opacada con otro homenaje.


Es el que ha tenido lugar hasta las amibas por el hecho de que hace exactos cien años nació Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón. Hija del considerable fotógrafo Guillermo Kahlo, Frida nació, vivió y murió en Coyoacán. Durante su desenvuelta existencia pública se convirtió en la artista mujer más importante de la primera mitad del siglo 20 mexicano, por militar activamente en el Partido Comunista y pintar con un compromiso plástico tan contrastante con la preocupación social de, por ejemplo, Diego Rivera y Siqueiros. Pero esto ya lo ha apuntado Luis Cardoza y Aragón en sus estudios sobre pintura y Revolución mexicanas. Ahora bien, conviene hacer un alto para mentar algo. A la esposa de Diego Rivera había que destacarla por la singularidad de su obra y no tanto por su parafernálica imagen pública que, sin embargo, fue el meollo del espectáculo escénico Las dos Fridas, que tuvo lugar en Pachuca. Antes de pasar a lo siguiente, pensemos en André Breton que, impresionado por el surrealismo en algunas obras de Frida, la admiró pero sin llegar reverenciarla.


¿En dónde radica el reclamo contra ambos homenajes?


Con García Márquez, pienso que la reedición de Cien años de soledad debería estar acompañada no de fotografías en publicaciones periódicas sino de la revisión de su obra entera, en la cual El Otoño del Patriarca es la novela que posee acaso tantas o más excelencias literarias que la obra considerada magna. En punto a Frida, tengo la firme sospecha de que la bandera del folclor y el desmadre con que siempre ha navegado su vida y obra por las aguas de la historia del arte, es la culpable de que el detenimiento por sus cien años de nacimiento venga degenerando en pura chabacanería publicitaria. Han sido objeto de notas periodísticas las siguientes cuestiones: la venta en 5.6 millones de dólares de su óleo Raíces por la casa de subastas Shoteby’s, la muerte de Isolda Kahlo (¿quién?) sobrina de la pintora, un documental inédito sobre Diego Rivera, la correspondencia ultrasecreta de Frida que al ser expuesta ha perdido la cualidad de secreto, y, lo más hilarante, la compañía de vuelos Air France se inspiró en Frida (¡!) para idear un menú y una programación de películas que ponen en sus vuelos entre México y Francia. “Estoy muy satisfecha de la difusión que Air France hace de la cultura mexicana a través de la gastronomía. Las recetas de Frida, no sólo condimentan el vuelo, sino que llevan consigo gran parte de nuestra cultura”. Hizo esta penosa declaración a los periódicos la historiadora de arte Guadalupe Rivera.


En materia de amor y de ideas, José Ortega y Gasset creía poco eficaces anuncios y programas. Cosa similar pasa en arte. Que los homenajes a García Márquez y a Frida hayan explotado serían cosa buena si estuvieran acompañados del acercamiento del público a sus obras y no nada más la publicación de un libro con pastas lindas, o de platillos en una aeorolínea donde viaja gente rica.

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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