El blog de Luis Frías

agosto 06, 2007

En las galeras


Estaba yo sentada felizmente en las piernas de un desconocido cuando la frase de alguien que estaba con nosotros tuvo que haberme pegado muy adentro, porque me puse a chillar y a lanzar insultos como perra enloquecida. Lo rápido con que pasaron las cosas me confundió. Dejé de balbucear la tonadita de “No hay nada más difícil que vivir sin ti”, esa canción tan bonita del Buki que pone el maldito cantinero cada vez que vengo. Sabe que me llega. El gordito con el que estaba se excitó un poco. Pero al advertir que yo no estaba calentándome sino poniéndose digna, me envió al suelo húmedo, escupiéndome al rostro explicaciones muy parecidas a los insultos; pero nunca me dijo groserías. “¡Te invitamos a la mesa en buena onda, no mames Yuri!”, me gritaba mientras yo abierta de piernas comía una quesadilla que me habían regalado afuera en un puesto de comida. “Qué pinche serio me salió este güei”, pensaba yo. Y abría más las piernas como símbolo de superioridad. Estaba ebria y drogada. Sus miradas querían atravesar mis calzones verde pistache. Nada más que acabe la quesadilla, sabrán de lo que soy capaz.

Sobre la mesa hay una botella de ron barato. Además el gordito al que yo le ponía mis nalgas por lástima, bebían otros dos padres de familia escapados de su hogar. Uno tenía el rostro comido por el acné y el otro es un alfeñique medio calvo de traje brilloso: me daban ganas de matarlo, pero antes tenía que convencerme de que podía llevármelo a la cama y sacarle sus monedas. Estoy vieja, pero verán que hago mejores cosas que las nuevas putitas de carnes ejercitadas. Cuando me tuve en pie, lo maldije por haberme recordado de qué forma vivo. “Puta”, me había dicho. Yo, que sólo estudié hasta la primaria porque entré a la vida del amor muy joven, no encontré en mi cabeza muchas palabras. “¡Vas y chingas a tu reverenda madre, puto!” El otro me lanzó una bocanada de humo. No me había levantado del piso; decidí ir al fondo de las cosas: “Pinche gatete de mierda, abogadete de quinta, mírate, pobre diablo pendejo”. Sólo entonces reaccionó y me puso la mano encima. Por fortuna estaba flaco y borracho, no pateaba duro.

“¡Pero ahorita te mando a galeras, puta!”

Entonces lloré a moco y baba. Se agolpó en mi cabeza un torrente de cosas antiguas y dolorosas. Pegué de gritos que no decían nada pero que han de haber rebotado en todo el lugar porque todos los que estaban se paralizaron; adentro de mí circulaba el recuerdo de la vez que estuve en las galeras porque madreé a un pendejo bien pedo para sacarle una lana que necesitaba para mi hija, porque la verdad yo me había gastado toda la semana en una peda con unos adolescentes pendejos que después de andas de allá para acá en su nave, un pinche carrito, a la hora de la verdad ninguno quiso entrarle conmigo. Fui muy pendeja. Excitada hasta los huesos, me llevé un vaso a la boca y lo apuré de un trago lento pero profundo. Todos los de la mesa guardaron silencio mientras me veían. Yo creo que estaba echándoles una mirada llena de asco, estuve a punto de vomitarme encima de la mesa. ¡Pero qué iban a pensar de mí, una puta profesional! La mezcla de porquería que vive en mi pecho se revolvió mucho y estaba a punto de traicionarme. Lo hizo. Rompí en llanto y continué montada en mis trece. “¡A galeras pero ahorita mismo pendejo”. “Me llevas ahorita o vas y chingas a tu madre”. Luego lo reté a golpes; ya se arremangaba la camisa pero los otros lo agarraron de los brazos. El cantinero se acercó, guardando distancia. Me puse a llorar y me acordé de todo esto, sí, pero de lo que pasaba en el lugar, pues la verdad no me acuerdo. Lo que sí es que me había vuelto loca; no dejé de gritar y chillar hasta que me caí al suelo y él me recogió. Me hice este moretón aquí en la pierna, mira.

Cuando desperté ya estaba aquí, refundida en las galeras. ¿Que qué otra cosa? Nada más, que me chingaron el varo que traía metido el brasier. Pero qué, ¿entonces sí vas a escribir todo esto que te dije, loco?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

soy ari, nadamas aca checando el dato... felicidades

Luis Frías dijo...

Ari.

Perfecto. Para eso estamos. Cada semana una nueva derrota en este tiradero.

Luis Enrique.

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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