En una entrevista, le preguntaban a Rogelio Villarreal cierta bagatela sobre la poesía de Octavio Paz —pues como se sabe, Villarreal es secretamente paceano aunque lo niegue. Aquella ocasión, el periodista cultural jalisciense señaló que lo que más echaba de menos del Premio Nobel eran sus ensayos. “Siempre me gustaron más sus ensayos que su poesía”, dijo. “Me gustaría saber qué opina sobre lo que está pasando hoy en día”.
Tiempo después, se pudieron escuchar declaraciones parecidas de diversos periodistas de nuestro país. Eran los tiempos de la “marcha del silencio” contra la criminalidad en la Ciudad de México. Con justicia, algunos desearon ver a Carlos Fuentes, a Carlos Monsiváis, a Sergio Pitol, marchando por las calles de la ciudad, hombro a hombro con el casi millón de personas que exigían blanca y justificadamente un poco de paz en la desquiciada capital.
Ahora bien, pocas veces hemos estado tan desquiciados como en estos momentos. Desde que hace unas semanas iniciaron las medidas estatales para combatir la epidemia, me he puesto a pensar en ejemplos recientes que hayan conmocionado tanto a la vida nacional. Por no ir más lejos, creo que el ejemplo preciso son las elecciones de 2006: no había una sola persona que no tuviera alguna opinión, aunque muchas veces se tratara de opiniones más bien absurdas.
Pero del mismo modo que en 2006, hoy día faltan comentarios sensatos y desapasionados sobre lo que estamos atravesando. Del mismo modo que en esas elecciones, también ahora disponemos de mucha información (estadísticas de mortalidad, localización de las víctimas y edades de los muertos), mas, así y todo, pocos o nadie comprende lo que ocurre verdaderamente. No me refiero a la ridiculez de quienes piensan que este virus es una treta fraguada desde el alto círculo del Poder para crear una cortina de humo; me refiero a que disponemos de tanta información aislada e inconexa, que se torna imposible ver la situación en su conjunto. Conocer es apenas el comienzo hacia lo importante: saber.
No he encontrado (y juro que la he buscado) intervención más elocuente que la de Jorge Volpi en “La lógica viral”, artículo publicado el pasado viernes en El País. Aunque arroja luz para comprender el alcance de la ignorancia de la Humanidad ante la actual epidemia, me parece deseable un presente con más intelectuales aportando reflexiones que nos orienten en tan confusa y triste realidad como la que atravesamos en estos días de virus.
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