El blog de Luis Frías

enero 01, 2007

Diego José y el oficio de escritor

Pachuca, Hgo. La literatura es una constante en la vida de Diego José (Ciudad de México, 1973) o, más adecuadamente, es un ciego impulso que lo orilla a escribir en varios géneros literarios como el ensayo y la novela, aunque, él mismo lo asienta, su oficio es la poesía.
Autor del libro de ensayos Nuevos Salvajismos. La perversión civilizada recién presentado, Diego en breve abandonará Pachuca por espacio de un año, durante el cual estará viviendo en España. En este país su esposa estudiará una maestría, y él va a escribir y promover sus libros y su trabajo como articulista en varios medios electrónicos.
En una de las mesas del fondo de la Cafetería del DIF Diego en entrevista prefiere no hablar de su partida. Lo mejor “es que platiquemos de lo que he publicado, porque mi estancia allá es simplemente un cambio de residencia, como si me cambiara a otra colonia de aquí mismo; o al departamento del piso de arriba”. “Voy a seguir escribiendo —lo que ya hago—, y voy a prepararme; es cierto que trataré de absorber la circunstancia española y el entorno de allá, pero nada más.”
Diego José llegó a Hidalgo hace 9 años, en 1996, con objeto de prepararse y estudiar. Se fue a Huasca, y ese viraje diametralmente opuesto al DF se vería reflejado cuatro años más tarde en su primer poemario Cantos para esparcir la semilla. A la par de su estancia de “estudio e interiorización”, Diego consigue trabajo para dar clases a estudiantes de bachillerato. Y eso también marcaría la vida del poeta, del hombre y del autor.
“Ahora que me detengo un poco a ver cómo han sido estos últimos años, me doy cuenta que mi vida no la puedo entender sin mis clases. Creo que ha sido una parte fundamental” —profundiza el autor de la novela El Camino del té.

Premio tras premio
En 2000, tras cuatro años en Hidalgo de estudio, vida e interiorización profundas, Diego envía su poemario Cantos para esparcir la semilla al Fondo Editorial Tierra Adentro, y más tarde al Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer para obra publicada, mismo que en ediciones previas habían ganado maestros suyos como Francisco Hernández el hoy indispensable poeta Bartolomé. “Por eso, haberlo obtenido fue muy sorprendente: significó estar un poco junto con personajes contemporáneos a los que yo admiro y de los que he aprendido muchísimo.”
Este libro , según el propio autor, tiene tres ejes elementales: “Fue el resumen de mi contacto con la naturaleza (humana, de Huasca, de los estudiantes) lo cual de alguna manera me condujo a la idílica niñez; pero también fue el rescate de mis experiencias
vividas durante esos cuatro años. Y era la celebración de la poesía.”
A manera de antítesis de Cantos para esparcir la semilla, Diego escribe dos años más tarde Volverás al odio. También ganador de un premio nacional, en este caso del certamen Efraín Huerta que otorga el estado de Guanajuato, Volverás al odio es algo así como “tañer la cuerda del dolor”.
“En este libro, ahora me doy cuenta, lo que conseguí fue hablar del desgarramiento, pero con un poco del gusto por ese dolor y la pérdida. Es la ironía del dolor; pero de satisfacción ante ese sufrimiento.”
Sobre el proceso por el que han pasado sus libros, el poeta comenta que nada ha sido planeado. Lo que hace es vivir atento al lenguaje, a su entorno y a su interior, “porque esas tres cosas deben confluir para que la poesía sea; de lo contrario podrá ser una peripecia del lenguaje, un derroche de habilidades... pero no poesía”.
Por ello lo que Diego José hace a cada momento es permanecer atento, con los sentidos y el entendimiento agudos. Y partiendo de allí, escribe.
Aunque desde el ‘99 empieza a escribir El Camino del té, no fue sino hasta el este año cuando pudo ver al luz. “En el libro tenía el deseo de relatar una historia de erotismo relacionado con el arte erótico japonés”. Y lo consiguió. Ello gracias a que el libro no es ni novela, ni poesía ni prosa poética; sino todo ello junto. Pero eso en principio era un impedimento para que la editorial Random House Mondadori se lo publicara. “No sabían cómo clasificar el texto, porque aunque es una novela, es muy corta, y además el lenguaje lo cuidé para que no dejara de parecer poesía.
“Incluso me llegaron a decir que le anexara unas páginas más; pero cómo: el texto es eso y no más. Ni modo que le pusiera treinta páginas sólo para hacerlo comercial.”
Sin embargo, y el propio Diego lo reconoce, El Camino del té es el trabajo que lo ha hecho más famoso o, por lo menos, ha provocado que los reflectores apunten hacia él. Y entre ese ambiente, este mismo año gana el Premio de Literatura Abigael Bohórquez por su libro de ensayos Nuevos Salvajismos. La perversión civilizada. Éste nunca fue pensado como libro, sino que originalmente eran los apuntes utilizados para dar clase a sus estudiantes, por lo cual Diego debió trabajar en la redacción a fin de hacerlos precisos, breves, sencillos... Y al paso del tiempo, resultó que entre ellos había cuerpo, cuerpo como para un libro formal. Luego queda armado Nuevos salvajismos...
“Y el libro habla de temas contemporáneos como la mediatización de la vida común; de la comida fast food cuyo objetivo es hacer que las personas se entretengan menos en comer y más en trabajar, o en comprar cuando se trata de un centro comercial... Pero no satanizo nada, simplemente propongo detenernos a pensar un poco en el mundo que estamos viviendo para que a partir de ello, sepamos mejor cómo entrar a él.”

Poesía sí, notoriedad no
Escritores no sólo en Hidalgo, los hay que se preocupan por su imagen pública. Pero no por aquélla que les otorgan sus libros o artículos en prensa, sino por la imagen que confiere su foto en la página de sociales, en la presentación de ésta exposición, por brindar con aquél y aquél otro. Hay muchos en Hidalgo, pero Diego José desdeña —y es tácito— a todos ellos.
Y, para muestra, si no deja de asistir a las presentaciones de sus propios libros, parece ser que no es porque sean suyos, sino porque hay que cumplir con una obligación contraída con la editorial o con los comités que lo han premiado.
—Así como Gabriel Zaíd, que nunca aparece en entrevistas y mucho menos en fotos, parece que tú tampoco quieres que te conozcan, o no más que por lo que escribes.
—Gabriel Zaíd ha influido mucho en la vida intelectual mexicana, y lo ha logrado sólo con sus libros. Es cierto. Y Algo similar sucede con José Emilio Pacheco. En una entrevista, le preguntaron por qué nunca daba declaraciones, y él dijo que todo lo que debía declarar estaba ahí, en sus libros.
“Estoy convencido que la obra debe ser lo más importante para el escritor; pero claro que para que pueda haber comunión con su obra, debe tener una vida, ésta, la mundana. Importa que tenga una vida ética. Ni el talento, ni el exagerado estudio, pueden suplir a la vida en su entereza.”
Hace un par de meses se presentó el poemario de un alumno suyo, Antonio Gil, y Diego participó con los comentarios. Aquella ocasión sentenció: “Sólo te puedo recomendar algo: paciencia, eso es todo.” Y aunque Diego no dice nombres, flota en el aire la presentación de aquél viernes en el que hubo cervezas, un cortometraje hecho por ése joven autor, una sesión de preguntas y respuestas; y hasta hubo un espectáculo de música electrónica.
Sobre ello, el entrevistado dice que no está mal. “No está mal que si un poeta tiene capacidad para hacer pintura, escultura, y además escribir, lo haga. Pero esos espectáculos de performance donde interviene el poeta, está bien que lo hagan, pero no que pretendan notoriedad a partir performances y no de su poesía.”

Futuro y paella
No obstante la reserva de Diego para hablar de España —“por ser un tema muy personal e íntimo”—, le insistimos sobre los planes y proyectos que tiene en puerta.
“Sólo te puedo decir que estoy pensando en escribir una serie de ensayos sobre los poetas mexicanos posteriores a Octavio Paz, a quienes consideras mis verdaderos maestros. Pero lo estoy pensando, no sé si los voy a escribir y mucho menos a publicar. Eso, digámoslo así, eso ya no es cosa mía.”
Y agrega, ahora sí serio:
“Lo único que puedo esperar es seguir escribiendo, y hacerlo bien. Que el pulso interior por escribir tenga la necesidad de hacerlo.
“Aunque también debo entender que si más adelante mi camino es ya no escribir, pues lo entiendo. También el silencio es importante.”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola:
Felicidades por el texto, es muy bueno. Me gustaría ponerme en contacto con Diejo José, ¿pueden ayudarme?
Gracias
Fernando

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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