Nota de hoy en Milenio.
En Las herencias ocultas de Carlos Monsiváis aparecen plumas y conciencias que parecían enterrados en el siglo XIX: Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio, Ignacio Ramírez, Manuel Payno y Juan Bautista Morales, mejor conocido como El Gallo Pitagórico, hombres que realizaron su propia lucha en la definición de un país y de su identidad.
Liberales de la reforma juarista cuyo legado sigue vigente, a decir del cronista, a la “espera del crecimiento de sus herederos, que se diga lo que se diga, no son pocos”, como se refleja en un pensamiento aún importante dentro de la reflexión sociopolítica de nuestro tiempo: una herencia primordial, aseguró Monsiváis durante la presentación de la obra, la secularización, el laicismo y la laicidad: que “desbarata todas las pretensiones de exterminar lo que hemos avanzado en materia de secularización.”
“Si hay una historia de la derecha mexicana en los últimos 30 años es la de las derrotas culturales. No han dado golpe, han querido prohibir, entre otras cosas, las minifaldas, los aretes en los jóvenes, las fotos de desnudos femeninos, El crimen del padre Amaro, el condón y en un próximo humano por su tendencia ocasional a la desnudez.”
A esa aportación habría que sumar otras enumeradas por el escritor, como la crítica de los poderes constituidos —aunque ellos mismos formasen parte de ellos—; la tolerancia -una de las herencias más poderosas que ha reverberado-; la idea del político como un intelectual —un pensador especializado en la naturaleza del poder y la estructura del conocimiento de la realidad internacional— o el respeto a la inteligencia.
“Otro capítulo en donde, pese a todo, hay una herencia clara es la educación pública. Lo más combatido: toda la idea de que la educación privada es lo que vale o que si los hijos estudian en una escuela pública se les condena a ser pobres, no quita el hecho de que se sigue formando a la población en las escuelas públicas”, recalcó.
El último liberal
Las herencias ocultas (Debate, 2006) fue publicado en una primera edición en el año 2000 por el Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América. Entre ambas hay algunas ausencias y en las dos el reconocimiento de Monsiváis de que la selección fue incompleta, sin José Joaquín Fernández de Lizardi, Fray Servado Teresa de Mier o José María Luis Mora. Y pese a las ausencias, la historiadora Patricia Galeana destacó la importancia de un trabajo que contribuye a “sacar de las sombras a los grandes escritores liberales del siglo XIX: los que salieron en busca de una Nación”, cuyas aportaciones son necesarias dentro de las reflexiones de la coyuntura actual.
Durante una presentación —complementada por Rolando Cordera— en la que la derecha, como concepto político y social, siempre estuvo presente, el caricaturista Rafael Barajas El fisgón recordó que con la palabra de los liberales, que no sólo sirve para “construir spots difamatorios”, se ayudó a construir una Nación.
“Una parte muy importante de los grandes escritores liberales tiene la finalidad concreta de forjar una patria, una identidad nacional. Y esa es la proeza cultural que traza Monsiváis en el libro.
“El proyecto de los liberales dista mucho de ser toda la cultura de la Nación, pero es fundacional en muchos sentidos: establece la libertad de pensamiento, sienta las bases de una prensa libre, de una literatura nacional y de ciertas manifestaciones artísticas”, mencionó.
Imágenes de la tradición viva
Durante la presentación de Las herencias ocultas, Rolando Cordera se había referido a la capacidad de Carlos Monsiváis para integrar cultura nacional y cultura popular, una empresa reflejada en otro título: Imágenes de la tradición viva (FCE/Landucci/UNAM, 2006).
Se trata de un libro en el cual se hace un recorrido por algunos de los pasajes decisivos de la historia mexicana, desde la Colonia hasta nuestros días.
A partir de fotografías seleccionadas por Déborah Holtz, Monsiváis hizo gala de su memoria para representar diversas etapas de la historia mexicana: “Hay una que se usaba en el siglo XX: si quieres ser feliz como dices, no analices, muchacho, no analices (…) Una compañía de muebles se anunciaba con ‘ya no hay sumas, ya no hay restas, sólo multiplicaciones sobre las camas de Mestas.” (MILENIO 11/27/2006).
Imágenes de la tradición viva se presenta hoy (jueves) a las 18:30 horas, en el Centro Cultural Bella Época (Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, colonia Condesa). Los comentarios estarán a cargo de José María Pérez Gay y Antonio Saborit, con lectura de José Luis Ibáñez.
En Las herencias ocultas de Carlos Monsiváis aparecen plumas y conciencias que parecían enterrados en el siglo XIX: Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio, Ignacio Ramírez, Manuel Payno y Juan Bautista Morales, mejor conocido como El Gallo Pitagórico, hombres que realizaron su propia lucha en la definición de un país y de su identidad.
Liberales de la reforma juarista cuyo legado sigue vigente, a decir del cronista, a la “espera del crecimiento de sus herederos, que se diga lo que se diga, no son pocos”, como se refleja en un pensamiento aún importante dentro de la reflexión sociopolítica de nuestro tiempo: una herencia primordial, aseguró Monsiváis durante la presentación de la obra, la secularización, el laicismo y la laicidad: que “desbarata todas las pretensiones de exterminar lo que hemos avanzado en materia de secularización.”
“Si hay una historia de la derecha mexicana en los últimos 30 años es la de las derrotas culturales. No han dado golpe, han querido prohibir, entre otras cosas, las minifaldas, los aretes en los jóvenes, las fotos de desnudos femeninos, El crimen del padre Amaro, el condón y en un próximo humano por su tendencia ocasional a la desnudez.”
A esa aportación habría que sumar otras enumeradas por el escritor, como la crítica de los poderes constituidos —aunque ellos mismos formasen parte de ellos—; la tolerancia -una de las herencias más poderosas que ha reverberado-; la idea del político como un intelectual —un pensador especializado en la naturaleza del poder y la estructura del conocimiento de la realidad internacional— o el respeto a la inteligencia.
“Otro capítulo en donde, pese a todo, hay una herencia clara es la educación pública. Lo más combatido: toda la idea de que la educación privada es lo que vale o que si los hijos estudian en una escuela pública se les condena a ser pobres, no quita el hecho de que se sigue formando a la población en las escuelas públicas”, recalcó.
El último liberal
Las herencias ocultas (Debate, 2006) fue publicado en una primera edición en el año 2000 por el Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América. Entre ambas hay algunas ausencias y en las dos el reconocimiento de Monsiváis de que la selección fue incompleta, sin José Joaquín Fernández de Lizardi, Fray Servado Teresa de Mier o José María Luis Mora. Y pese a las ausencias, la historiadora Patricia Galeana destacó la importancia de un trabajo que contribuye a “sacar de las sombras a los grandes escritores liberales del siglo XIX: los que salieron en busca de una Nación”, cuyas aportaciones son necesarias dentro de las reflexiones de la coyuntura actual.
Durante una presentación —complementada por Rolando Cordera— en la que la derecha, como concepto político y social, siempre estuvo presente, el caricaturista Rafael Barajas El fisgón recordó que con la palabra de los liberales, que no sólo sirve para “construir spots difamatorios”, se ayudó a construir una Nación.
“Una parte muy importante de los grandes escritores liberales tiene la finalidad concreta de forjar una patria, una identidad nacional. Y esa es la proeza cultural que traza Monsiváis en el libro.
“El proyecto de los liberales dista mucho de ser toda la cultura de la Nación, pero es fundacional en muchos sentidos: establece la libertad de pensamiento, sienta las bases de una prensa libre, de una literatura nacional y de ciertas manifestaciones artísticas”, mencionó.
Imágenes de la tradición viva
Durante la presentación de Las herencias ocultas, Rolando Cordera se había referido a la capacidad de Carlos Monsiváis para integrar cultura nacional y cultura popular, una empresa reflejada en otro título: Imágenes de la tradición viva (FCE/Landucci/UNAM, 2006).
Se trata de un libro en el cual se hace un recorrido por algunos de los pasajes decisivos de la historia mexicana, desde la Colonia hasta nuestros días.
A partir de fotografías seleccionadas por Déborah Holtz, Monsiváis hizo gala de su memoria para representar diversas etapas de la historia mexicana: “Hay una que se usaba en el siglo XX: si quieres ser feliz como dices, no analices, muchacho, no analices (…) Una compañía de muebles se anunciaba con ‘ya no hay sumas, ya no hay restas, sólo multiplicaciones sobre las camas de Mestas.” (MILENIO 11/27/2006).
Imágenes de la tradición viva se presenta hoy (jueves) a las 18:30 horas, en el Centro Cultural Bella Época (Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, colonia Condesa). Los comentarios estarán a cargo de José María Pérez Gay y Antonio Saborit, con lectura de José Luis Ibáñez.
México • Jesús Alejo
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