(de la admirable A.M. Homes), en el suplemento cultural
"Babelia"del diario español El País. Aquí la reproducimos en homejane (qué pinche palabra) tanto a Fresán como a Homes,
cultivadora del género de novelas cuyo escenario es la ciudad de Los Ángeles -mitad luces nocturnas de Hollywood,
mitad polvo caliente del desierto. Vale, pues.
Un pederasta en prisión, un adolescente soportando el derrumbe de sus padres, un ex presidente derribado por el Alzheimer, un joven obsesionado sexualmente con una muñeca Barbie son algunos de los protagonistas de las novelas y relatos de A. M. Homes. En resumen: Homes se ha ocupado siempre de tejer tramas con la lana de lo grotesco regalando jerséis que nadie jamás se pondría en público pero que resultan tan tentadores de modelar en privado. Placeres perversos con prosa y tempo magistral. La carcajada confundiéndose con la mueca. Una maestra.
De ahí que la sola lectura del título de su quinta novela provoque deliciosos escalofríos de anticipación. ¿Una bestial demolición de la cultura autoayuda y los ritos new age? ¿Una postal desesperanzada? Sorpresa: no. Este libro te salvará la vida es inesperadamente optimista y redentor a pesar de la contaminación ambiental y su única intención es ofrecer un mensaje consolador para todos aquellos que tanto sufrieron -y tanto nos divirtieron- en textos anteriores de esta autora. Atrás han quedado las pesadas atmósferas y los humores más que negros que la acercaban a las películas de Tod Solondz y si a algo recuerda esto es al Magnolia de Paul Thomas Anderson. Aunque tal vez los modelos más directos -Homes lo ha nombrado como a uno de sus maestros y prologado una nueva edición de Falconer- sean Bullet Park y Esto parece un paraíso, de John Cheever: historias donde lo que se narra es la súbita irrupción de la luz en tanta oscuridad.
Aquí, el hombre eclipsado que vuelve a ver el sol es el divorciado Richard Novak: alguien a quien le sobra el dinero, quien ya no tiene necesidad alguna de trabajar, que no puede conectar con su hijo y que un día es golpeado por un dolor más allá de todo diagnóstico y por la visión de un agujero creciendo en la ladera millonaria en la que crece su casa. Ambos "cataclismos" lo sacarán de un largo letargo y lo pondrán en movimiento relacionándolo con un curioso y entrañable reparto de personajes -que incluye a un astro del cine, Bob Dylan, un caballo perdido, una banda de secuestradores, un ama de casa sollozante, voraces termitas y a un escritor fetiche- donde destaca Anhil, un vendedor de donuts con mucho de gurú. Y de pronto -asombrado pero también agradecido- el habitué de Homes comprende que el tema aquí es nada más y nada menos que la felicidad y sus muchas texturas y las diversas formas de hacer el bien y deshacer el mal. ¿Por qué? En alguna entrevista Homes ha explicado que la necesidad de un libro amable surge del impacto de haber hallado a su madre biológica y de su propia maternidad: "Me he convertido en esta buenaza que quiere que todos se quieran", declaró.
Pero a no confiarse. La novela de Los Ángeles como género -arrancando quizá con Nathanael West y John Fante, paseándose por Raymond Chandler y James Ellroy, recibiendo a los turistas Aldous Huxley y Evelyn Waugh hasta alcanzar a los más jóvenes Bret Easton Ellis y Dana Spiotta- nos informa una y otra vez que esta ciudad es un sitio perfecto para matar o morir o, mejor, para volverse plácida o violentamente loco siguiendo absurdos ritos funerarios o complejos procesos para la obtención de la vida eterna o, mejor todavía, para vivir y sobrevivir en una atmósfera envasada al vacío bombardeada por las radiaciones de Hollywood y los vientos rojos del desierto.
El Los Ángeles de Homes -quien también escribió un muy buen ensayo sobre la ciudad para The Literary Travel Series, una colección de libros creada por The National Geographic y editada aquí por RBA- evoca al Los Ángeles desalmado y zombi de Joan Didion, pero dulcificado. O, tal vez, mejor dicho, anestesiado. Una especie de paradisiaco purgatorio con temblores de infierno para el que el cielo siempre está demasiado alto y donde la bondad compulsiva que reparte y recibe Richard Novak con sonrisa beatífica de James Stewart acaba sonando un tanto sospechosa, demasiado parecida a la armonía cuidadosamente orquestada de El show de Truman. Es entonces cuando se comprende, alcanzada la última página, que la sátira de Homes en Este libro te salvará la vida puede no ser tan cruel como de costumbre pero es igual de feroz que siempre. Y que no hay aquí un lobo con piel de cordero sino algo mucho más atemorizante: un cordero que aúlla y sonríe con todos y cada uno de sus colmillos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario