El blog de Luis Frías

febrero 17, 2016

Mudanzas

No es tan peligroso. Fui a ver un departamento a la Portales. Cerca del Metro, del otro lado de Calzada de Tlalpan, donde la gente gris se confunde con las paredes grises. Un camuflaje perfecto, y para algunos, peligroso.

Me quieren subir la rente, así que estoy preparándome para cambiarme de casa. Decidí que quiero ser nuevamente barrio. No quiero vivir en la Cedemequis nueva, la que le enseñaron al papa. Quiero vivir en el Chilango duro. Por eso fui a la Portales.

Desde luego es diferente estacionarte en frente de un taller de bicicletas, donde los mecánicos están tirados en un sofá pringoso, rascándose los güevos, a mi callecita en Coyoacán, donde te despierta el canto de los pájaros que todas las mañanas cantan desde el árbol frondoso por cuya espesura se filtran los rayos de sol hasta mi ventana. Pero qué se le va a hacer.

Mucho gusto. Luis.

Carlos. Pasa.

Carlos está pelón, lleva un pants lustroso y playera sin mangas. Creo que el tatuaje le da vuelta por toda la espalda, porque el tentáculo que se ve en su brazo izquierdo parece continuación del tentáculo del brazo derecho.

El departamento es perfecto: en una vieja vecindad con pésima ventilación. Tiene una cocina pringosa. El baño es también cuarto de lavado. Pero los cuartos son lo mejor, de madera. Y lo mejor de todo: techos altos.

Me asomé a la ventana que da al cubo interior, donde hay ropa colgada y llantas de carros, y le pregunto a Carlos.
Qué tal la seguridad.

Me dijo que bien.

¿Y si quisiera ponerle otra chapa a la puerta?


No hay problema.

Perfecto. De allí me fui a ver otros departamentos. Uno en la Del Valle, otra aquí cerca, en Coyoacán. Me gustaron, pero me intriga qué se sentirá vivir en la Portales. A Enoe le conté por teléfono y su primer pregunta fue:

¿En qué calle de la portales?

Ella vivió en esa colonia. Tiene un mapa mental perfecto, y sabe entre qué calle y qué calle matan, en qué perímetro hay buena droga, a cuál rumbo mejor ni acercarse.

Le dije, y le dije que poniéndole una chapa extra bastaría.

Eso, me dijo, y dos leones en la puerta.

Voy a seguir viendo departamentos estos días.

Pero no. No me parece tan peligroso.

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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