"Las chicas buenas van al cielo. Las malas... a todas partes", reza una tontería mil veces estampada en burdas camisetas ombligueras. Una "tontería" que, sin embargo, no va tan desencaminada. De la "vamp" a la "femme fatale", pasando por la viuda negra, la castigadora y la viciosa, hay mucha leyenda y sí, muchos (y muchas) fans. Que nos gusta una mala. Y a la moda, la que más. Lo de Kate Moss fue paradigmático: nunca ha tenido más presencia desde que la sacaron 'empolvándose' la nariz. Una conducta reprobable capaz de generar millones.
Desde luego, no es la conducta lo que vende. Es la actitud. Ese imponderable que lo justifica todo -o casi. Por ejemplo, que Miuccia Prada eligiera a la díscola Lindsay Lohan para representar el espíritu de Miu Miu hace un par de temporadas, para luego tomar el relevo en Chanel como mascota de Karl Lagerfeld. Claro que con una musa tan difusa, entrando y saliendo de clínicas de rehabilitación y sesiones de alcohólicos anónimos cada dos por tres, no hay quien se inspire, así que el "kaiser" ya le ha buscado sustituta a la protagonista de "Mean Girls" (o sea, "Chicas malas", qué cosas). ¡Ta-chán! Con ustedes, Amy Winehouse "chanelizada".
La última y más que problemática soul diva británica se le ha metido entre ceja y ceja a diseñador, tanto que las modelos que desfilaron con la actual colección crucero, presentada en París a primeros del pasado diciembre, parecían clones de la cantante que ha convertido su "Rehab" (rehabilitación, en jerigonza coloquial) en el himno irónico del último año. En fin, no es muy probable que el inmenso crepado/nido de comadreja de la Winehouse vaya a convertirse en tendencia (las excelsas B-52's Kate Pierson y Cindy Wilson ya hicieron del gran moño sesentero, bautizado precisamente como el infausto bombardero americano, su seña de identidad estética), pero al menos hay que reconocerle a Lagerfeld esa capacidad para vivir, observar, arriesgar y ser coherente con su tiempo, cuando podría estar tan ricamente en su torre de marfil mirándose el ombligo. Además, ahora que se llevan las greñas largas, lacias y preferiblemente rubias, seguro que ese pedazo de colmena vintage habrá conseguido arrugar las narices de los popes de las tendencias capilares. Y eso también es un punto.
En fin, está visto que en la alfombra roja o en brillante papel cuché valen lo mismo (o sea, que tienen el mismo valor) el Oscar y el lavado de estómago, la carrera artística y el sudor en la clínica de desintoxicación, el papelón en la película y la papeleta en el juzgado de turno. Kate, Lindsay, Amy, Britney, Paris, Nicole, Ashley y Mary Kate... En realidad, no es que nos guste que sean malas. Es que nos pone mucho más descubrir que son tan mortales como el más común de los ídem.