Durante la primera mitad del siglo XX, el nombre de Ángel María del Campo —alias Micrós o Tick Tack— quedó prácticamente en el olvido, fuera de una selección de textos publicada por Mauricio Magdaleno o de una pequeña reunión de cuentos aparecida bajo el título de Cartones, con ilustraciones de Julio Ruelas.
Murió joven, apenas contaba con 40 años de edad, pero los especialistas en su vida y obra tienen registradas alrededor de 2 mil colaboraciones, la mayor parte de ellas aparecidas en periódicos y revistas.
En la segunda mitad comenzaron a difundirse buena parte de sus textos y, sobre todo, a tomar forma de libro, lo que no había sucedido mucho hasta entonces, si bien el especialista Miguel Ángel Castro ya se afana en la preparación de sus obras completas, gracias al apoyo de la UNAM, para conmemorar el primer centenario de su fallecimiento, el próximo 8 de febrero.
Ya en 1968 —en el marco del primer siglo de su nacimiento—, Maricarmen Millán y Maricarmen Ruiz Castañeda se dieron a la tarea de rescatar su obra, pero resulta indispensable ofrecer el panorama completo de lo que escribió en sus 23 años como periodista y escritor, habida cuenta que falleció a los 40 años de edad.
“Al narrador resulta muy fácil llegar. En los libros de literatura mexicana que se estudian en la secundaria o en la preparatoria, siempre hay un cuento de él porque son muy accesibles. La muerte de Abelardo o El pinto se encuentran en antologías del cuento mexicano, pues en ellos se ocupa de los animales, en este caso de perros, como los personajes de las historias.
“Curiosamente me parece más difícil, siendo que se trata de la obra que le dio más éxito en su época, sus crónicas, porque eran hechas para ser un recuento y para divertir al lector de su tiempo.”
Sin embargo, para Miguel Ángel Castro se trata de un escritor vigente, no sólo porque nos permite acercarnos a la sociedad mexicana de finales del siglo XIX y principios del XX, sino hasta nos deja conocer el oficio de un periodista y su quehacer en una etapa difícil para la prensa mexicana.
Las obras completas
Miguel Ángel Castro planteó en el proyecto de las Obras completas de Micrós tres tomos, aunque con el paso de sus investigaciones ya maneja la posibilidad de que sean cuatro y uno de ellos con dos volúmenes.
La idea es entregar una edición crítica, no sólo de divulgación, en la cual se ofrezcan elementos que permitan a los estudiosos identificar aspectos de carácter filológico y del México de la época del cronista, a fin de recuperar la historia y comprender de mejor manera sus textos. El primero de los tomos se integraría con los textos aparecidos en la revista Liceo mexicano y su única novela La rumba, publicada por entregas en 1881 en el periódico El Nacional.
En el segundo estarían sus colaboraciones periodísticas entre 1894 a 1897, en particular de la revista Sur; el tercero estaría dedicado a sus textos en El imparcial, a la cual no se involucró desde su fundación, pero se convirtió en su cronista oficial con su columna “Semana Alegre”, 440 trabajos sobre el apogeo y decadencia del porfiriato.
El último se conformaría con los trabajos de reflexión y las investigaciones que se han producido alrededor de la escritura de Micrós. Las publicaciones, aseguró el investigador, podrían estar listas en unos tres años.
“Toda la obra de Micrós es hemerográfica, incluso los tres libros que publicó en vida —Cartones, Cosas vistas y Ocios y apuntes— primero aparecieron en periódicos y revistas.” En este marco, mañana se dictará la conferencia “La ciudad de Micrós y los inicios del cine en México” a cargo de Juan Felipe Leal y Miguel Ángel Castro (Casa Universitaria del Libro, a las 18:00 horas). Además, para conmemorar el centenario del fallecimiento del cronista, Castro preparó para el viernes un sencillo homenaje en el Panteón Civil de Dolores, donde descansan los restos de un hombre que vio con ironía el paso de un siglo a otro en un México que le dolía.
Los infortunios de Micrós
En uno de los primeros estudios introductorios en torno a la obra del cronista, Antonio Fernández del Castillo —bisnieto del cronista— había hablado de tres infortunios en la vida de Micrós: su temprana orfandad, el dejar los estudios de medicina y tener que dedicarse a la prensa, “aunque se trata de uno de esos dramas paradójicos”, afirmó Miguel Ángel Castro.
“Sin embargo, a él le gustaba la literatura y entró en el Liceo mexicano en 1885, cuando apenas tenía 17 años. Ahí, junto a su amigo Luis González Obregón, encuentra a Ignacio Manuel Altamirano, quien se convierte en su principal impulsor. En esa atmósfera comienzan a vislumbrarse los modernistas, por eso se trata de una generación atrapada entre Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez o Vicente Rivapalacio: entre las armas y las letras.”
Al lado de Micrós crecieron autores como Federico Gamboa, Luis G. Urbina, Ciro B. Ceballos o el mismo González Obregón, quizá de ahí su impulso, pues prácticamente desde aquel año de 1885 aparecieron sus primeras colaboraciones, para seguir en el periódico El Nacional y después en otras 10 publicaciones.
“Si sólo vivió 40 años y tengo contadas como 2 mil colaboraciones, eso significa que en realidad no sufría mucho con la escritura”, a decir de Miguel Ángel Castro.
Milenio-Diario
Jesús Alejo
Murió joven, apenas contaba con 40 años de edad, pero los especialistas en su vida y obra tienen registradas alrededor de 2 mil colaboraciones, la mayor parte de ellas aparecidas en periódicos y revistas.
En la segunda mitad comenzaron a difundirse buena parte de sus textos y, sobre todo, a tomar forma de libro, lo que no había sucedido mucho hasta entonces, si bien el especialista Miguel Ángel Castro ya se afana en la preparación de sus obras completas, gracias al apoyo de la UNAM, para conmemorar el primer centenario de su fallecimiento, el próximo 8 de febrero.
Ya en 1968 —en el marco del primer siglo de su nacimiento—, Maricarmen Millán y Maricarmen Ruiz Castañeda se dieron a la tarea de rescatar su obra, pero resulta indispensable ofrecer el panorama completo de lo que escribió en sus 23 años como periodista y escritor, habida cuenta que falleció a los 40 años de edad.
“Al narrador resulta muy fácil llegar. En los libros de literatura mexicana que se estudian en la secundaria o en la preparatoria, siempre hay un cuento de él porque son muy accesibles. La muerte de Abelardo o El pinto se encuentran en antologías del cuento mexicano, pues en ellos se ocupa de los animales, en este caso de perros, como los personajes de las historias.
“Curiosamente me parece más difícil, siendo que se trata de la obra que le dio más éxito en su época, sus crónicas, porque eran hechas para ser un recuento y para divertir al lector de su tiempo.”
Sin embargo, para Miguel Ángel Castro se trata de un escritor vigente, no sólo porque nos permite acercarnos a la sociedad mexicana de finales del siglo XIX y principios del XX, sino hasta nos deja conocer el oficio de un periodista y su quehacer en una etapa difícil para la prensa mexicana.
Las obras completas
Miguel Ángel Castro planteó en el proyecto de las Obras completas de Micrós tres tomos, aunque con el paso de sus investigaciones ya maneja la posibilidad de que sean cuatro y uno de ellos con dos volúmenes.
La idea es entregar una edición crítica, no sólo de divulgación, en la cual se ofrezcan elementos que permitan a los estudiosos identificar aspectos de carácter filológico y del México de la época del cronista, a fin de recuperar la historia y comprender de mejor manera sus textos. El primero de los tomos se integraría con los textos aparecidos en la revista Liceo mexicano y su única novela La rumba, publicada por entregas en 1881 en el periódico El Nacional.
En el segundo estarían sus colaboraciones periodísticas entre 1894 a 1897, en particular de la revista Sur; el tercero estaría dedicado a sus textos en El imparcial, a la cual no se involucró desde su fundación, pero se convirtió en su cronista oficial con su columna “Semana Alegre”, 440 trabajos sobre el apogeo y decadencia del porfiriato.
El último se conformaría con los trabajos de reflexión y las investigaciones que se han producido alrededor de la escritura de Micrós. Las publicaciones, aseguró el investigador, podrían estar listas en unos tres años.
“Toda la obra de Micrós es hemerográfica, incluso los tres libros que publicó en vida —Cartones, Cosas vistas y Ocios y apuntes— primero aparecieron en periódicos y revistas.” En este marco, mañana se dictará la conferencia “La ciudad de Micrós y los inicios del cine en México” a cargo de Juan Felipe Leal y Miguel Ángel Castro (Casa Universitaria del Libro, a las 18:00 horas). Además, para conmemorar el centenario del fallecimiento del cronista, Castro preparó para el viernes un sencillo homenaje en el Panteón Civil de Dolores, donde descansan los restos de un hombre que vio con ironía el paso de un siglo a otro en un México que le dolía.
Los infortunios de Micrós
En uno de los primeros estudios introductorios en torno a la obra del cronista, Antonio Fernández del Castillo —bisnieto del cronista— había hablado de tres infortunios en la vida de Micrós: su temprana orfandad, el dejar los estudios de medicina y tener que dedicarse a la prensa, “aunque se trata de uno de esos dramas paradójicos”, afirmó Miguel Ángel Castro.
“Sin embargo, a él le gustaba la literatura y entró en el Liceo mexicano en 1885, cuando apenas tenía 17 años. Ahí, junto a su amigo Luis González Obregón, encuentra a Ignacio Manuel Altamirano, quien se convierte en su principal impulsor. En esa atmósfera comienzan a vislumbrarse los modernistas, por eso se trata de una generación atrapada entre Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez o Vicente Rivapalacio: entre las armas y las letras.”
Al lado de Micrós crecieron autores como Federico Gamboa, Luis G. Urbina, Ciro B. Ceballos o el mismo González Obregón, quizá de ahí su impulso, pues prácticamente desde aquel año de 1885 aparecieron sus primeras colaboraciones, para seguir en el periódico El Nacional y después en otras 10 publicaciones.
“Si sólo vivió 40 años y tengo contadas como 2 mil colaboraciones, eso significa que en realidad no sufría mucho con la escritura”, a decir de Miguel Ángel Castro.
Milenio-Diario
Jesús Alejo