El blog de Luis Frías

julio 02, 2012

Digan lo que digan


No voté. Antes razonar sobre por quién habría votado, debo explicar por qué  no pude ni siquiera acariciar una boleta electoral. Fue por culpa de los organizadores del IFE. Como muchas otras personas, tanto en la Ciudad de México como en Querétaro o en la frontera, me quedé sin votar porque las boletas en las casillas especiales fueron insuficientes: 750 por casilla. Cuando llegué poco antes de las 10 de la mañana a la colonia Del Valle, ya había una fila de más de mil personas. Corrí a otra casilla, que está en Eje 10, y había más de 800. Luego a otra casilla en El Pedregal: imposible. Decidido a conseguirlo, fui al aeropuerto, y la misma historia. Así, cansado, renuncié a hacer aquello para lo cual el IFE gastó tanto en spots: ejercer mi derecho al voto. ¿El motivo? Creo que el IFE no hizo el trabajo de campo necesario para prever cuántas personas están viviendo en lugares diferentes a sus sitios de origen. Qué indignación.

Ahora bien, mediante descarte explicaré por quién habría votado.

}Por Josefina Vázquez Mota, decidí no votar desde que supe que su partido era el PAN. Prejuicios aparte, me resulta intolerable votar por alguien cuyo partido sea el mismo que, a través de una estrategia infame, ha resultado el asesino de más de 50 mil personas, entre delincuentes, inocentes, policías, etcétera. Y no hay que remitirnos a la historia; el asesinato está ocurriendo ante nuestros ojos. El suyo es un partido-gobierno con rasgos fascistas, cuya estrategia de legitimación se ha basado en infundir miedo a la ciudadanía. Otro motivo más para negarle el voto fue su postura frente a los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Al defender el derecho a la vida desde la concepción, abría la posibilidad de una presidencia a favor de criminalizar, por ejemplo, a las mujeres que decidan abortar.

Tampoco lo habría hecho por AMLO (aun cuando voté por él hace 6 años), porque descreo de su discurso basado menos en las razones, que en el amor, la bondad y las buenas intenciones. Quizá digan que estoy mal por valorar en poco la buena fe de un político, pero prefiero a un político que articule un programa de gobierno que a un buen articulador de rosarios de frases edulcoradas. Un recelo que, además, sostengo hacia AMLO es esa propuesta de ratificación del cargo cada dos años. Algo así planteó Hugo Chávez, y ya se vio lo que ha hecho… Tampoco, además, habló con claridad durante su campaña sobre los derechos de los grupos en situación de vulnerabilidad. Y quien diga que las respuestas hay que buscarlas en su gestión en el DF, se equivoca: las políticas pro equidad e igualdad han sido ejercidas con sensibilidad, por Marcelo Ebrard. Por él sí quería votar. Ya será dentro de seis años.

Mientras tanto, ya había decidido votar por Peña Nieto. Tengo varias razones: cercano a él se encuentra Miguel Osorio Chong, ex gobernador de Hidalgo, cuyo trabajo creo que ha sido el más destacado durante mucho tiempo en mi pobre estado. Creo que, a juzgar por su propia carrera política, Peña Nieto cuenta con las cartas credenciales políticas suficientes para  negociar tanto con izquierda como con derecha radicales las reformas estructurales tan postergadas. Además, creo que, a diferencia de lo que ha ocurrido en los últimos 6 años, Peña podrá, ay, negociar lo necesario (como recomiendan los expertos en seguridad nacional) para administrar los problemas asociados a la cadena del narcotráfico, y no hacernos creer que terminará con un problema que no es de violencia, sino de salud pública, leyes y educación. Tampoco tiene, a juzgar por lo que dijo en el primer debate, ideas patrioteras trasnochadas sobre la administración del petróleo.

A estas alturas, quizá no me bajen de oportunista, o de absoluto imbécil. ¡Un joven votando por el PRI! No obstante, honrada y sinceramente, para mí era la mejor opción. Tengo motivos para pensar que se equivoca quien diga que se restaurará el viejo sistema; el que piensa así subestima no sólo a los otros partidos, sino a la propia ciudadanía, y en el fondo, a sí mismo al pensar que nada ha cambiado en México durante los últimos años. Finalmente, por lo que a mí respecta, encima de todas estas razones, hubiera votado por el PRI porque era mi decisión absolutamente personal. “Digan lo que digan los demás”, como canta Raphael.

Qué le vamos a hacer

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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