El blog de Luis Frías

marzo 27, 2007

García Márquez, dicen, no está en su mejor forma. Las Memorias de mis putas tristes, novela casi plagiada de La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata es el argumento para sostener la afirmación. Pero ¿alguien puede renegar de El coronel no tiene quién le escriba, de Noticia de un secuestro, de La hojarasca o de, ¡por supuesto!, de Cien años de soledad? ¡Quién! Nos adherimos al homenaje que se le rinde en Colombia por sus 80 años en el marco del Congreso de la Lengua. A nosotros no nos importa las intimidades biográficas del autor, sobre las que se ha puesto demasiado y lamentable énfasis, sino las novelas y los cuentos y el periodismo que nos hereda. Hagamos a un lado la inquina que siempre, desde el inicio de los tiempos, nos despierta un viejo más exitoso que nosotros, jóvenes miserables. ¡Por lo que sentimos cuando por vez primera leímos que Aureliano Buendía dejó de existir mientras orinaba apoyando la frente en un encino! He aquí la nota de hoy en Milenio:

Gabriel García Márquez, vestido con traje blanco de lino y corbata, fue recibido con una prolongada ovación al ingresar en el recinto donde se inauguró el cuarto Congreso de la Lengua Española. Visiblemente emocionado, levantó los brazos en señal de agradecimiento. El Nobel, quien llegó acompañado por su esposa, Mercedes Barcha, y por el escritor mexicano Carlos Fuentes, fue homenajeado en la sesión inaugural.

El autor de El coronel no tiene quien le escriba se declaró complacido: “Estoy contento y estoy tranquilo porque estoy entre amigos”, dijo al entrar al centro de convenciones de la ciudad caribeña.

El cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española comenzó ayer en esta ciudad con la participación de los Reyes de España, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y el Premio Nobel de Literatura 1982 como protagonista.

En el homenaje, el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, le entregó a Gabo el primer ejemplar de una edición conmemorativa de un millón de ejemplares de Cien años de soledad. “Ni en el más delirante de mis sueños en los días en que escribía Cien años de soledad llegué a imaginar que podría asistir a este acto” para presentar esta “tirada descomunal”, expresó el escritor.

El autor se mostró satisfecho por la generosidad de sus amigos y el público, entre quienes se contaban el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton; el presidente de Panamá, Martín Torrijos; los escritores mexicanos Carlos Fuentes, Ángeles Mastretta, Héctor Aguilar Camín y el español Antonio Muñoz Molina.

El ex mandatario colombiano y presidente de la Comisión de Honor del Congreso, Belisario Betancur, expresó en este marco su ilusión de que la ruptura de hace más de treinta años entre el escritor colombiano Gabriel García Márquez y el peruano Mario Vargas Llosa llegara a su fin. Las relaciones entre ambos novelistas latinoamericanos están “en una zona cariñosa de ablandamiento”, según afirmó Betancur.

Como se sabe, los dos escritores se enemistaron en 1976, cuando estando ambos en México el peruano derribó al colombiano de un puñetazo, al parecer por una supuesta falta de respeto de García Márquez a su esposa, Patricia.

Betancur presentó como positivo el hecho de que en la edición conmemorativa de Cien años de soledad “a cada uno de los dos escritores se le preguntó si tendría inconveniente en incluir el ensayo en la edición de homenaje”. De acuerdo con Betancur, el Nobel de Literatura dijo: “no tengo inconveniente, pero no se lo voy a pedir”. Por su parte, Vargas Llosa respondió: “no tengo inconveniente pero no se lo voy a ofrecer”.

Sin embargo, hace diez días, en Madrid, Vargas Llosa declaró que no tenía previsto asistir al congreso de Cartagena de Indias, lo cual no le impidió escribir, para la edición conmemorativa de Cien años de soledad que se trata de uno de los raros casos de “obra literaria mayor contemporánea” que todos pueden entender y gozar.


Cien años de Soledad es “el Quijote americano”: Carlos Fuentes

Durante el homenaje, el escritor mexicano Carlos Fuentes definió ayer Cien años de soledad como “el Quijote americano” y dijo que su autor, Gabriel García Márquez, “aunque piensa y escribe en español”, tiene “el rostro del mundo”.

“He leído el Quijote americano, un Quijote capturado entre las montañas y la selva, privado de llanuras, un Quijote enclaustrado que por eso debe inventar al mundo a partir de cuatro paredes derrumbadas”, señaló Fuentes al citar una carta que envió en los años 60 al argentino Julio Cortázar sobre la novela de Gabo. En el prólogo, que lleva por título Para darle nombre a América, el escritor mexicano recordó que en la carta a Cortázar se refirió a la novela de García Márquez como una “maravillosa recreación del universo inventado y recién inventado”.

“¡Qué prodigiosa imagen cervantina de la existencia convertida en discurso literario, en pasaje continuo e imperceptible de lo real a lo divino y a lo imaginario!”, agregó. La lectura del prólogo de la edición conmemorativa de Cien años de soledad, salpicada de comentarios improvisados, fue interrumpida varias veces por los aplausos de los asistentes.

Fuentes recordó en el texto que conoció a Gabo en 1962 y en ese mismo momento nació una amistad “con la instantaneidad de lo eterno”. También narró que fue testigo del nacimiento de su obra cumbre, pues lo acompañaba en 1965 rumbo a Acapulco cuando García Márquez “se transformó” como tomado por una revelación divina.

“Sin saberlo, yo había asistido al nacimiento de Cien años de soledad, ese instante de gracia, de iluminación, de acceso espiritual, en que todas las cosas del mundo se ordenan espiritual e intelectualmente y nos ordenan: ‘Aquí estoy. Así soy. Ahora escríbeme’ ”, expresó.

“Hoy comienzan los próximos cien años de Gabriel García Márquez, empieza también el primer día del próximo lector de Cien años de soledad”, agregó Fuentes, en referencia a la edición conmemorativa de la novela, también llamada “edición popular” por su precio cercano a los 10 dólares.

Hacer feliz a “un lector inexistente”

García Márquez manifestó que nunca ha hecho otra cosa en su vida que escribir historias para “hacer más feliz la vida a un lector inexistente”.

Para ello, dijo, ha tenido como “único arsenal” dos dedos y 28 teclas. “Sólo sé que desde que tenía 17 años, y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia, aún no conocida por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente”, expresó.

Comentó que si se unieran los lectores de Cien años de soledad se formaría “uno de los veinte países más poblados del mundo”. Hizo un recuento de las dificultades económicas por las que pasó su familia residente en México y a punto de publicar Cien años de soledad, y dijo que sobrevivió gracias a la inteligencia de su esposa, Mercedes Barcha.

Un documental estrenado en la sesión solemne recordó lo dicho varias veces por el único Nobel colombiano: “en la verdad de mi alma no soy nadie ni seré nadie más que uno de los dieciséis hijos del telegrafista de Aracataca”.

Cartagena de Indias, Colombia/Agencias

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