El blog de Luis Frías

febrero 18, 2008

Me mata la Wikilengua

Aunque desde hace semanas se presentó ese instrumento de Internet cuyo propósito es hacer lo menos complicado posible el uso del lenguaje español, resulta sumamente atractivo problematizar los que yo considero potenciales efectos odiosos de este utensilio. De ninguna manera busco parecer un amante a ultranza de las cosas del pasado: de hecho, yo defiendo las tecnologías que reducen los contaminantes del planeta, abogo por el uso generalizado de tangas diminutas, y creo que es mejor leer en el monitor de la computadora que en libros cuyas hojas terminan con los árboles, entre otras cosas. Lo que odio es ese deseo que tienen muchos de suplir nuestras carencias personales con instrumentos de la modernidad. A una cosa de éstas me voy a referir.

Su nombre es Wikilengua. Es un espacio en Internet creado por la Fundación del Español Urgente (Fundeu), con la colaboración de varias instituciones españolas que conocen la lengua con una profundidad de siglos. “Se trata -en palabras de Winston Manrique, del diario español El País- de un instrumento para cibernícolas y cibernautas, para novatos y expertos que quieran entrar en el cibercentro de conocimiento de un idioma hablado por más de 400 millones de personas, y que crece cada día como segunda o tercera lengua opcional de aprendizaje en el mundo.” Palabras apologéticas como éstas, sin embargo, no hacen sino que el proyectito nos parezca toda una grandiosidad. Conviene explicarlo en detalle.

De acuerdo con Álex Grijelmo, un prominente participante del proyecto y director de la agencia de noticias EFE, no se trata precisamente de un sitio de referencia. O sea: ahí no va a ser posible que hagas el planteamiento de cierta duda respecto del manejo de la lengua; tampoco puedes ponerte a comentar lo que opinas de ésta o aquella deformación de las palabras. No. Explica: “Es un cibercentro para todos, pero especialmente para profesores, autores, lingüistas, periodistas, traductores, estudiantes”.

Quién no ha accedido alguna vez a esa otra wiki decididamente más popular que es la Wikipedia. Sitio en donde es posible saber desde qué quiere decir una palabreja en desuso de los tiempos de Cervantes, hasta cierto término científico que designa a un descubrimiento reciente. Más sorprendente aún: ¡esta enciclopedia llega a ofrecer cierta erudición difícil de encontrar en muchos otros diccionarios a los que tenemos acceso la gleba! Pero el hecho es que la Wikipedia se puede consultar desde cualquier sitio por cualquier persona, al tiempo que puede ser manipulada por todos sus usuarios. De manera que es susceptible de recibir información no sólo laxa, sino incorrecta. Pues bien, el contraste con la Wikilengua es que ésta todos podrán consultarla desde sus computadoras pero sólo algunos podrán meterle mano. Aquellos que deseen aportar, sólo podrán previo llenado de un formulario. No sin razón han dicho algunos: “No tiene el espíritu completo de las wikis, que es ser completamente abierta y democrática”. Y es que precisamente el término wiki fue adoptado del idioma hawaiano para designar a los sitios web colaborativos, cuyo fin es que los usuarios interactúen, intercambien, aporten y se lleven mutuamente. No ocurrirá con la Wikilengua.

Sin embargo, la cosa más odiosa de este invento colectivo no es que servirá para corregirle con pragmatismo los errores gramaticales a los escolapios, dejando sin empleo a los profesores de educación básica que se empeñan en hacer que sus alumnos se graben cual discos rayados las normas para escribir con propiedad. Lo más peligroso es que puede acentuar una carencia de por sí descomunal. Guillermo Fadanelli ha dicho que no se lee sino por apremiante necesidad: sólo se revisan las contraindicaciones de los medicamentos, se echa un ojo al letrero en la carretera, o se lee el manual del automóvil nuevo, etcétera. Nadie lee nada. Pues bien, antes que venir a remediar las faltas a la correcta gramática de los flojos escolares, la característica más evidente de la Wikilengua es que tiene implícito un principio que contradice a ese apotegma clásico, según el cual leer libros engrandece el espíritu y muchas bondades por el estilo. En las que creo.

A propósito de todo esto, pagaría lo que fuera por saber qué diría Octavio Paz, quien sostenía que los escritores debían respetar, venerar al lenguaje pero habían de tener el valor de trasgredirlo. O Ricardo Garibay, quien sostenía pegando enfurecidos gritos en la televisión, que el hombre que no lee es la caricatura de sí mismo.

Deseo que la Wikilengua no prospere. Porque en la medida que crezca su aceptación entre los flojos usuarios de Internet, está garantizado el desuso de los libros en tanto objetos de consulta para aprender sobre el uso del lenguaje y de sus bondades. Y lo que es más, los libros de papel pueden no sólo dejarán de sacar de apuros a los escolapios; al mismo tiempo se verán despojados de sus bondades estéticas, educativas, culturales, históricas, morales, etcétera. Al menos, la literatura de las novelas, cuentos, poemas, ensayos…

Cuando se habla de las cosas de la modernidad –ciencia y tecnología, principalmente- las personas suelen concluir en un mismo lugar común: todo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Pero si algo de bueno tiene la Wikilengua no tiene ninguna relación con su materia de estudio: el lenguaje. Flaco favor hacen al español los inventores de este juguete, al reducir al idioma a un mero conjunto de instrucciones para comunicarnos, despojándolo de su esencialidad cultural. Son muchas, en cambio, las cosas indeseables del invento. No hay que repetirlas. Prefiero ponerme a pensar en esas diminutas tangas asomándose por los pantalones de las lindas ecologistas, cuando marchan en contingentes de protesta contra la contaminación.

1 comentario:

Pablo Handler dijo...

Luis:

Me acabo de encontrar tu envidiable blog buscando referencias acerca de Wikilengua.

Soy fan de la Wikipedia, pero estoy de acuerdo con tus prevenciones.

Desde España, un abrazo

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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