El blog de Luis Frías

agosto 23, 2007

¿Será?

Hasta el momento no es posible saber la veracidad de las palabras del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, a propósito de la acusación que esgrime contra el presidente de aquel país, Daniel Ortega, y contra su señora esposa, Rosario Murillo. Según el poeta y sacerdote, tanto el primer ministro como la primera dama encabezan una campaña de desprestigio (como la que denunciaron mutuamente Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón el año pasado en nuestro país), que tiene por objetivo cancelar su candidatura para obtener el Premio Nobel de Letras -el cual, por demás está decirlo, difícilmente le será otorgado. Es importante insistir en que no podemos conocer la verdad sobre el asunto, principalmente por dos motivos: el primero es que el mandatario de Nicaragua no ha hecho pública declaración alguna sobre el particular, y el segundo, la declaración hecha por el vate tiene, por de más, una implicación de proporciones mayúsculas: la autopromoción poniéndose como víctima, a costillas del de por sí malhadado presidente de aquel pais sudamericano.

El poeta ha declarado escribió lo siguiente en una carta pública, que la Agencia EFE hizo circular por el mundo entero. “Me veo en la penosa obligación de denunciar ante Nicaragua y el mundo que me ha llegado la información de que el presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo se han alarmado por la promoción de la candidatura al Premio Nobel, por considerar que soy un adversario”.

La Academia Nicaragüense de la Lengua propuso la candidatura de Cardenal al Premio Nobel de Literatura 2007, la cual es promovida por un comité coordinador integrado por asociaciones culturales, instituciones educativas y escritores nicaragüenses.

Cardenal, disidente del sandinismo, agrega en su misiva pública que la pareja presidencial nicaragüense ha decidido parar esta iniciativa lanzando “una campaña de desprestigio” contra él “tanto nacional como internacionalmente por todos los medios a su alcance”. Lo grave de todo esto es que su fundamentación no tiene apoyo alguno en datos que son viables hacer públicos. Y, bien sabido es, que dar crédito a la información obtenida mediante trascendidos suele terminar en un fiasco. Pero no se me entienda mal. También las denuncias desde las sombras han tenido en la historia reciente, tamañas resonancias; no existe mejor ejemplo mexicano que el sexenio de Vicente Fox, cuando escándalos como los del toallagate y las tangas de Serrano Limón se descubrieron gracias a la denuncia de un ciudadano cualquiera que descubrió estas aberraciones.

Lo cierto de esta controversia es otro dato del sacerdote trapense, quien advierte que es muy fácil la presentación de falsas evidencias y falsos testigos, más aún cuando las instancias judiciales y la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua están bajo el control de Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional. En cuanto a esto, el presidente Ortega tiene a cuestas el fardo de al menos un puñado de acusaciones de corrupción.

“Ante esta impotencia en que me encuentro, no puedo sino decirle a Dios como en el salmo: sin motivo me pusieron una trampa, hicieron un hoyo para que cayera en él; que caigan en su propia trampa”, dice el poeta en la carta, que aún no ha sido respondida por Ortega ni por Murillo, también poetisa.

¿Cardenal Rivera? No precisamente.

Cardenal es un disidente del FSLN y apoyó al Movimiento Renovador Sandinista (MRS) en las elecciones nacionales pasadas.

El sacerdote y poeta octogenario, creador de Epigramas y Oración por Marilyn Monroe, entre otras obras, ya había sido propuesto en 2005 para el Premio Nobel de Literatura.

El autor de Homenaje a los indios americanos y Evangelio en Solentiname nació el 20 de julio de 1925 en Granada (Nicaragua), participó desde muy joven en la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza y, después de su conversión religiosa, ingresó al monasterio trapense de Kentucky, Estados Unidos, donde fue discípulo de Thomas Merton.

Posteriormente, el poeta de cotona blanca, barba gris-nevada y boina negra fundó la comunidad contemplativa de Solentiname, destruida por orden de Somoza, y fue ministro de Cultura en el gobierno revolucionario.

De esa época (marzo de 1983) data la amonestación pública que le hizo el papa Juan Pablo II al visitar Nicaragua, por mezclar la religión con la revolución sandinista, incidente cuya imagen dio la vuelta al mundo.

Ernesto Cardenal, de 82 años, cuya obra ha sido publicada en 20 idiomas y en más de 200 ediciones, está considerado hoy uno de los poetas vivos más importantes de Latinoamérica.

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Desde chico tenía ganas de escribir un diario, o algo así. Pero era cosa de niñas. Este blog es lo menos afeminado que encontré.

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